martes, 15 de octubre de 2013

Los Guarijíos - Macurawe

Los guarijíos se autodenominan macurawe o macoragüi, término que significa "los que agarran la tierra" o "los que andan por la tierra". Varios documentos históricos hacen referencia de nombres como ihíos, varohíos, warijíos, guarojíos y guarijíos. Actualmente, sólo se conservan dos de éstos.
El término guarojío designa a los integrantes de este pueblo indígena que habita en el actual estado de Chihuahua y que está emparentado con la cultura tarahumara; el de guarijío, corresponde a los que habitan en el estado de Sonora, relacionados con los yoreme. Este trabajo se refiere específicamente a estos últimos.
Localización
Los guarijíos viven en el sureste del estado de Sonora en las faldas de la Sierra Madre Oriental, donde colindan los estados de Sonora y Chihuahua. El terreno es escabroso y con escasas planicies; por él cruzan varios arroyos y ríos, afluentes del río Mayo que baja al valle del mismo nombre y que anteriormente desembocaba en el mar; entre éstos están el arroyo Guajaray y el Mochibampo.
La zona donde habitan los guarijíos está comprendida básicamente dentro de los municipios de Álamos y Quiriego; al norte limita con el municipio de Tesopaco y al este con el estado de Chihuahua. La población está dispersa entre varias comunidades principales y rancherías menores para el mayor aprovechamiento de algunas pequeñas zonas de riego en las márgenes de los arroyos y de las condiciones del terreno. Los principales poblados son Mesa Colorada, Bavícora, Guajaray y Los Bajíos, además de comunidades más pequeñas como Todos Santos, San Pedro, La Mesa del Matapaco, La Mesa del Tuburi, Basicorepa, el Chinagüiro, Chorijoa y Mochibampo, entre otros; muy pocos viven en Burapaco. En Sonora establecen contacto con la población de San Bernardino, comisaría del municipio de Álamos. Las ciudades cercanas más importantes son Álamos y Navojoa.
Infraestructura
Para llegar a territorio guarijío se parte de la ciudad de Álamos por un camino de terracería que conduce a San Bernardo. El acceso a poblaciones menores es sólo por caminos de herradura que suelen recorrerse a pie o con bestias. Desde la cabecera municipal de Quiriego hay otro camino de terracería que cruza por Sejaqui y llega a Rancho San Pedro y a Guajaray, esta última junto con Mesa Colorada y Burapaco son las poblaciones a las que se puede llegar en vehículo.
Se abastecen del agua de los arroyos que corren desde lo alto de la sierra. Siembran en las orillas de los ríos, la agricultura es de temporal y está sujeta a las condiciones climáticas.
No cuentan con energía eléctrica, preparan la comida en hornillas de leña, y los escasos aparatos que usan funcionan con pilas. Entre las comunidades existe una red interna de telefonía que funciona en los pueblos a base de pilas. El sistema es deficiente pero les permite cierta comunicación. En San Bernardo se cuenta con servicios de teléfono, telégrafo, correo, centro de salud y registro civil. Se capta la señal de radio de las estaciones de Navojoa y de Chihuahua. En Burapaco, ahora poblado mestizo, se encuentra un centro de salud aunque el servicio para los indígenas es deficiente.
En Mesa Colorada se concentra la mayoría de los servicios, como son: una escuela-albergue, tienda Conasupo, almacén, Centro de Cultura y cierta infraestructura hidráulica para tomas domiciliarias; centro de salud y telesecundaria. Burapaco, Guajaray y Bavícora cuentan con escuela primaria.
Antecedentes históricos
No existen muchas referencias sobre la historia de este grupo. Es difícil precisar su territorio y toponimia original aunque se considera que en términos generales han conservado su territorio prístino. Existen algunas referencias de imágenes rupestres dispersas en la región, los macurawe las atribuyen al tiempo en que sus antepasados vivían en cuevas o regiones como La Mesa Matapaco, por donde también pasaban los seres gigantes. Los vestigios rupestres como El Cura han sido parcialmente destruidos por las corrientes del arroyo.
La cultura guarijía aparece como un vínculo que relaciona a los tarahumaras con los cahítas, tienen una cercana relación con los yoreme mayo. Su presencia en documentos históricos es escasa y poco conocida. En términos generales, su historia queda entreverada y sujeta a referencias a través de los tarahumaras o de los mayos.
La evangelización y conquista de esta región se inició hacia 1620, fueron los jesuitas quienes se encargaron de la evangelización de este territorio y atrajeron el interés de los varohíos, guazaparis, ihíos y temoris, llamados así según interpretaciones de los religiosos y militares europeos. Hacia 1632 hubo un levantamiento de estos pueblos, comandado por el jefe Cobameai, en contra de los religiosos españoles; una fuerte represión hacia todos los indios de la región ocasionó que los guarijíos se desplazaron hacia lo que hoy es el estado de Chihuahua. Posteriormente, algunos guarijíos regresaron a sus tierras originales. Fue entonces cuando el grupo se dividíó en dos grandes núcleos: los guarijíos de Chihuahua, influenciados por los tarahumaras, y los de Sonora por los yoreme mayo.
Ante el desarrollo de la industria minera y ganadera, ambas concentradas en Álamos, los guarijíos, en condición de aislamiento, fueron confundidos con indios mayos. Despojados de su territorio original se les aisló del proceso de mestizaje. Al no reconocérseles una identidad propia se creó un espacio que les permitió mantener su sentido de grupo e identidad cultural que los mantiene unidos y, hasta cierto punto, diferenciados de otros grupos.
La historia de los guarijíos, a partir de mediados del siglo XIX, ha sido determinada por la historia de la familia Enríquez, quienes se trasladaron a Sonora y se asentaron en su territorio; son los propietarios más antiguos de fincas y haciendas en esta región. Los guarijíos trabajaban en sus tierras a cambio de maíz y alimentos, situación que continuó hasta mediados de la década de los setenta. Vivían acasillados en las propiedades de los Enríquez, quienes les pagaban el jornal con litros de maíz; para ganar dinero tenían que salir a trabajar a los campos agrícolas del Valle del Mayo y del Yaqui, Caborca o Sinaloa.
En la historia reciente de los guarijíos confluyen elementos que jugaron un importante papel en la transformación de este pueblo, en la recuperación de su identidad y territorio.
A principios de los años setenta tuvieron contacto con guerrilleros de la Liga 23 de Septiembre, fue entonces que consideraron su situación de grupo desposeído. Se esperaban cierto apoyo de los Enríquez, ante su negativa, asesinaron a dos de ellos; el ejército se presentó, encarceló a los guerrilleros y desarmó a la población guarijía que fue fuertemente reprimida por el ejército y los patrones yoris.
A mediados de los años setenta el canadiense Edmundo Faubert entró en contacto con los guarijíos e inició una serie de gestiones ante el gobierno del estado y el gobierno federal para la ayuda y el reconocimiento de este grupo. A raíz de su labor, en 1975 se logró establecer un diálogo con el presidente de la República; desde ese entonces, el Instituto Nacional Indigenista (INI), actualmente la Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), apoya a los guarijíos y a sus líderes en los esfuerzos para obtener tierras; en 1982 se constituyen dos ejidos guarijíos: Burapaco y Los Conejos, la conformación de una instancia de gobierno tradicional y la dotación de créditos e infraestructura para su desarrollo cultural.
Lengua
Los guarijíos lingüísticamente pertenecen al grupo nahua-cuitlateco, tronco yuto-nahua, familia pima-cora. De esta lengua se reconocen dos variantes, que representan un vínculo entre los tarahumaras y los mayo.
En general la población es bilingüe, a excepción de algunos ancianos que no saben español. Entre ellos hablan el guarijío; para comunicarse con autoridades y funcionarios no indígenas emplean el español. En algunas ceremonias dicen en español partes del discurso ritual.
Salud
En materia de salud la situación de los guarijíos es desfavorable, la atención médica familiar cubre apenas las necesidades más elementales, el conocimiento sobre el uso de las plantas es limitado. Existen médicos tradicionales, entre yerberos, sobadores y parteras, principalmente. Es más frecuente la consulta con estos especialistas que en los centros de salud localizados fuera de su territorio.
Vivienda
Las casas están hechas de adobe, con postes de madera y techos de tierra o de palma; constan de una o dos habitaciones y tienen una enramada anexa de varas, ramas y palma, ahí pasan la mayor parte de su tiempo pues el clima es cálido. Su asentamiento es disperso; las viviendas se encuentran en grupos de dos o tres casas en lo alto de los cerros, cerca de los arroyos o pozos de agua.
En la década de los ochenta se realizaron en la región programas de apoyo a la vivienda; en las comunidades de Los Bajíos y Bavícora hay casas de dos o tres cuartos con techos de palma y pisos de cemento, usadas principalmente como bodegas, pues ellos prefieren dormir fuera de ellas. En el solar hay una cruz que queda frente a la casa, ahí se realizan las ceremonias tradicionales.
La construcción de las casas es una tarea de los hombres, ellos cortan y acarrean los troncos y la palma, y hacen el adobe. Bajo la enramada, fuera de la casa, se encuentra un fogón para la preparación de alimentos y una vasija de agua. Las sillas, mesas y catres son de fabricación casera, hechas con madera y cuero de chivo o de vaca.
Artesanías
Los guarijíos hacen artesanías con materiales naturales como palma, barro, ramas y fibras, con las que elaboran cestos, petates, sombreros, angarias o angarillas (cestos hechos con tres aros de ramas trenzadas y una red de fibra natural, que sirven para portar objetos colgados en la espalda).
En San Bernardo se hacen máscaras de pascola y de algunos personajes relacionados con la fiesta de la cava-pizca; también hacen pájaros y otros animales silvestres con bellas combinaciones de colores, tallados en madera de torote. Fabrican y reparan instrumentos de cuerda como arpas, violines y guitarras, entre otros. La producción artesanal es de carácter familiar y recae en la mujer. Estos objetos son para uso doméstico o para su venta en tiendas de la región.
Territorio, ecología y reproducción social
El paisaje del territorio guarijío consta de una sierra baja, una región plena de cerros cruzada una y otra vez por arroyos. Las regiones planas son escasas, el lecho de los arroyos es rocoso; siembran principalmente en la falda de los cerros. La región se clasifica como selva baja caducifolia, el clima es hostil, muy caluroso en el verano y en el invierno la temperatura baja notablemente.
Los guarijíos están distribuidos en los ejidos de Burapaco, Los Conejos y Guajaray, que ocupan una superficie aproximada de 24 318 ha, que incluyen cerros y arroyos, los campos de siembra y las viviendas en los claros. La agricultura que practican es de temporal y para el autoconsumo, basada en la siembra de maíz y frijol; eventualmente producen y comercializan ajonjolí y chile chiltepin. La escasez de lluvias hace que se tengan bajos rendimientos en maíz.
A principios de los años setenta cobra importancia la migración de hombres guarijíos en busca de trabajo hacia los campos de Navojoa, Obregón y Culiacán; esto se da sólo durante las pizcas o las cosechas; usualmente las mujeres y los niños permanecen en la región. Algunos jóvenes migran temporalmente por motivos de estudio.
Organización social
La base de su organización es familiar; los núcleos familiares comparten los diferentes procesos de trabajo en las tareas cotidianas.
El acasillamiento diluyó a lo largo del tiempo sus formas tradicionales de organización. Sus escasos elementos de unión eran los relativos a sus tradiciones y a su vida religiosa, para la cual se organizan en torno a los maynates, cantores y rezadores ancianos que ofician las ceremonias. Este primer cargo tiene un carácter hereditario y, en la actualidad, habrá unos diez maynates.
A partir de los años setenta, con la lucha por la tierra y la obtención de los ejidos, inicia una nueva etapa de organización. Su líder, José Zazueta, da pie a la institución de un "gobernador tradicional"; diversos problemas llevan después a la formación de un Consejo Supremo.
El trabajo agrícola es esencialmente familiar; el pastoreo de ganado y las actividades de beneficio colectivo se hacen a través de la Asamblea General, el Camisariado Ejidal y el Consejo de Vigilancia.
No existe un sistema legislativo propio ni instancias que controlen el orden en las comunidades, de manera eventual cuentan con delegados de policía. La principal autoridad de la región es la presidencia municipal de Álamos, representada a través de la comisaría de San Bernardo. En este poblado se encuentran autoridades judiciales y militares que enfocan su labor al problema del narcotráfico en la región.
La región es controlada por los yoris, que son dueños de los ranchos; ellos financian la apertura de caminos de terracería que los comunican entre sí.
Cosmogonía y religión
La cosmogonía guarijía se compone en la actualidad de una serie de mitos y creencias más o menos articulados, derivados de las tradiciones tarahumara y mayo. Expresan su visión del mundo a través de la tradición oral, mediante cuentos, leyendas y anécdotas, así como en los cantos de la tugurada.
Una de sus leyendas narra que una pareja de gigantes se comía a los niños y no dejaban a nadie vivir en paz, los invitaron a comer, les dieron chilicotes, y así murieron. Otra se refiere a un gran incendio del que sólo un hombre se salvó, después hizo creer a una multitud de espíritus que ya estaba muerto. La leyenda de la wajura del río Mayo relata que una gran serpiente formaba un remolino en el río y jalaba a la gente hasta el fondo. Se pidió ayuda a los maynates (cantores o rezanderos), quienes lucharon contra la serpiente y la vencieron.
Los guarijíos poseen una gran religiosidad que combina elementos prehispánicos con católicos. No tienen espacios de culto formales. En las tuguradas, la cava-pizca, las velaciones y los cabos de año los maynates, cantores y rezadores conducen las ceremonias al ritmo de sonajas hechas de bules y con cantos guturales y repetitivos, que narran la vida de animales del monte.
Hace unos años, comunidades protestantes entraron en contacto con los guarijíos y ganaron algunos adeptos.
Fiestas
Sus fiestas principales son las tuguradas. La tugurada o tuburada es la fiesta con mayor presencia a lo largo del año; un hombre guarijío debe realizar en su vida tres de estas fiestas, una mujer cuatro pues se considera que ella es más propensa al pecado y debe pagar más por él.
Esta fiesta se hace por diversos motivos comunitarios además de fechas del calendario católico. Es el maynate o cantor quien entona los cantos en esta ceremonia que inicia al caer el sol y termina hasta la madrugada del día siguiente; mientras él canta las mujeres danzan, colocándose éstas entre el cantor y la cruz, cubiertas por un paño y un rosario, al lado de una barra de hierro que delimita el espacio esencial de la ceremonia. El maynate recibe una contribución en especie por su participación. La organización de la tugurada es familiar; sacrifican un chivo y preparan "chivabaqui", consiguen dinero para comprar café, azúcar, harina, frijoles, etcétera.
La ceremonia de cava-pizca es la más importante en la vida religosa de los guarijíos. En ella se reproduce su mundo natural y simbólico a través de la música, la danza, el teatro y la religión. Es una ceremonia en la que se celebra el ciclo agrícola anterior y se pide uno bueno para el año que inicia. De diciembre a mayo se realizan tres cava-pizcas, generalmente se hacen el día de san Isidro Labrador.
Otro día festivo es el 10 de mayo, día en que se conmemora la muerte de José Zazueta; en torno a esta fiesta se organizan actos públicos y comunitarios.
Relaciones con otros pueblos
Este grupo convive básicamente con blancos y mestizos. Después de un periodo de franca hostilidad debido a la lucha por la tierra, en que los guarijíos recibían amenazas de cárcel y muerte, las relaciones se han pacificado en cierta forma. Suelen tener problemas pues se les acusa de participar en el narcotráfico, por ello se presenta frecuentemente el ejército y la policía judicial en su territorio

Los Mazahua

Vestimenta Mazahua
Usos y Costumbres
En la organización social tradicional de las comunidades mazahuas, destacan las figuras vinculadas a sus prácticas religiosas, como los mayordomos, fiscales y mayordomitos, que son elegidos de acuerdo a sus costumbres y con la periodicidad que marca el cargo. Sus funciones, por lo general se refieren a la organización de sus ritos y festividades.
Otra característica importante la constituye la faena que es una forma de organización social para realizar trabajos de beneficio comunitario.
La unidad social entre ellos, los mazahuas la constituye la familia, que puede ser nuclear o extensa. Entre ellos un compromiso de matrimonio requiere de por lo menos tres visitas previas a la casa de la novia, por parte de la familia del novio.
El pueblo mazahua ha conservado sus expresiones culturales mediante la lengua, la tradición oral, la música, la danza y las artesanías; su forma de vestir, su visión del mundo y sus prácticas rituales y religiosas, las cuales han sido transmitidas de una generación a otra, y más recientemente en su Centro Ceremonial. La lengua materna constituye el principal vínculo de comunicación e identidad dentro de la familia y la comunidad. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los casos de niños que ya no aprenden o que ya no hablan su lengua materna.
Vestimenta
El vestido de la mujer mazahua, constituye una preservación cultural, está compuesto de falda de manta blanca que remata con bordados de motivos zoomórficos o florales. Sobre esa falda, usa otra de satín, de colores fuertes, como el amarillo, rosa mexicano, morado, verde, lila y azul rey. La mujer mazahua también utiliza una faja de lana muy larga, hecha a mano, que alcanza para darle varias vueltas a su cintura. La blusa es del mismo material y color que los de la falda. El vestido se adorna con un collar de cuentas de papelillo, de numerosos hilos, cuyo color contrasta con el de aquél. El adorno se complementa con grandes arracadas de filigrana y con cintas que utiliza en sus trenzas, que pueden ser de color rojo, verde o guinda.
Actividad Económica
La falta de empleos, el bajo rendimiento de la parcela agrícola y la presión demográfica, son causas de la migración tanto temporal como permanente, de hombres y mujeres mazahuas hacia los centros urbanos, principalmente a las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México.
La economía de las comunidades mazahuas se basa en la agricultura de bajo rendimiento, particularmente de maíz, cuyo cultivo constituye su actividad económica fundamental, la cual se complementa con los ingresos obtenidos por la elaboración de artesanías, así como los que consigue la población migrante, en actividades de los sectores secundario y terciario.
Historia
La palabra mazahua es un vocablo nahua que significa "gente del venado". Las raíces del pueblo Mazahua provienen de la fusión racial y cultural de los asentamientos tolteca - chichimecas.
Ubicación
El pueblo Mazahua o jñatjo es el más numeroso de la entidad, al haber registrado en el II Conteo Intercensal de Población y Vivienda 2005 a 95,411 personas hablantes de su lengua.
Se encuentran asentados en la región noroccidental y centro-occidental del estado, mayoritariamente en 13 municipios rurales que son: Villa Victoria, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Temascalcingo, El Oro, Jocotitlán, Atlacomulco y Valle de Bravo. Desde principios del siglo XVI, los Mazahuas han ocupado esta zona, que está integrada por una serie de montañas, lomas y valles en los que predomina el clima frío.
De los municipios donde se asienta el pueblo Mazahua, nueve tienen un alto grado de marginación: Villa Victoria, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca y Temascalcingo; dos, un grado medio: El Oro y Jocotitlán; y dos un grado bajo de marginación: Atlacomulco y Valle de Bravo, lo que significa que se trata de una región y un pueblo con grandes necesidades sociales y económicas. Algunos de estos municipios (San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Villa Victoria y Villa de Allende), tienen población predominantemente mazahua.
En los trece municipios citados se localizan 427 comunidades con diez y más hablantes, de cinco años y más, de la lengua mazahua.

Los Matlazinca


Vestimenta Matlazinca
Usos y Costumbres
Su organización social tradicional está vinculada a los aspectos religiosos, pues tienen figuras relevantes como las del mayordomo, fiscal, fiscalitos y topiles que tienen como obligación organizar y financiar las celebraciones de los santos tutelares y otras festividades similares, además de otros cargos de índole civil.
Entre los matlatzincas subsisten costumbres y conocimiento de la medicina; también acuden a Teotenango capital matlatzinca y a la cumbre del Nevado de Toluca a efectuar ritos asociados con la petición de lluvias a la divinidad.
Vestimenta
El vestido del pueblo matlatzinca se caracterizó hasta hace algún tiempo, en el hombre, por el uso de un calzón de manta blanca que llegaba a los tobillos y camisa del mismo material, gabán de lana liso, huarache y sombrero de palma, además de una faja bordada color rojo que sirve para sostener el calzón. En el caso de la mujer, una falda larga, llamada enredo o chincuete de lana de diversos colores, blusa bordada, quexquémetl y faja para sostener la falda. Actualmente, en muchos casos, el vestido tradicional se ha sustituido por ropa de confección industrial, pues la vestimenta tradicional se usa exclusivamente en las festividades de este pueblo.
Actividad Económica
Los matlatzincas centran su economía en la agricultura de temporal y en menor proporción en la de riego; cultivan maíz, fríjol, chile, cebada, avena, trigo, haba, papa y chícharo, los tres últimos con fines mercantiles y de autoconsumo. Es importante destacar la diversidad de cultivos en que se ocupa este pueblo, lo que le permite obtener ingresos económicos. Practican también, aunque en menor medida, la cría de borregos, cabras y especies menores. No obstante lo anterior, también se registra el fenómeno migratorio de los matlatzincas hacia las áreas metropolitanas de las ciudades de Toluca y de México, para emplearse temporalmente en las actividades de la economía informal.
Historia
Historia del pueblo Matlatzinca Matlatzinca o Fot’una, significa "el pueblo de la red" o "el pueblo verde", términos que aluden a los habitantes dedicados a la pesca con red y al paisaje que tuvo el valle de Toluca cuando fue una región lacustre.
Ubicación geográfica
Los Matlatzincas poblaron el valle de Toluca y, sin embargo, prácticamente han desaparecido de éste, de manera que en la actualidad los descendientes de este pueblo se concentraron en la comunidad de San Francisco Oxtotilpan, del municipio de Temascaltepec. Para el año 2005, de acuerdo con datos del II Conteo Intercensal de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), se registraron un total de 952 hablantes de la lengua; ello los ubica en el cuarto lugar, en el tamaño de la población de los pueblos indígenas originarios del estado.

Los Tlahuica



Vestimenta Tlahuica
Usos y Costumbres
Los tlahuicas a través de su lengua, ritos, tradiciones y cultos, sustentan su identidad étnica y cultural. En el templo de San Juan Atzingo, guardan religiosamente las varas sagradas de ese pueblo y un teponaxtle también sagrado, que tiene cabeza de felino en el extremo superior. Únicamente se sacan las varas sagradas de la justicia y se toca el teponaxtle en ocasiones muy especiales como el 31 de enero, la Semana Santa y el 24 de junio; así como en las actos de cambios de autoridades religiosas y ceremonias propias de este pueblo indígena, como la que hacen cada año en honor al Sol, al inicio de la primavera.
Vestimenta
En la actualidad, la vestimenta tradicional ya sólo se usa en las fiestas de la comunidad y en ocasiones especiales; el vestido del hombre consistía en calzón y camisa de manta, huaraches y faja enredada en la cintura que puede ser de diferente color. La mujer vestía blusa blanca bordada de flores y un chincuete de cambaya sostenido con una faja multicolor.
Actividad Económica
Gran parte de su territorio es de tierras comunales y bosques, cuya explotación también ha sido una ocupación tradicional de los tlahuicas, que utilizan la madera para la construcción de sus casas, la elaboración del tejamanil y quema de leña para la preparación de sus alimentos. En menor escala la población se dedica a la crianza de aves de corral y de ganado menor; y, al igual que los otros pueblos indígenas, sus integrantes emigran temporalmente a las ciudades, principalmente cuando el trabajo en el campo es escaso.
La principal actividad económica de la población tlahuica es de carácter agropecuario. Sus cultivos son básicamente de temporal y sus principales productos son: maíz y frijol, para autoconsumo; haba, zanahoria, chícharo y papa tanto para el autoconsumo, como para su venta en el mercado local y, en algunos casos, el mercado regional.
Historia
Los tlahuicas o pjiekakjo presentan una gran afinidad histórico-cultural con los matlatzincas. Se afirma que provinieron del territorio del Estado de Guerrero (también afirman que provienen del Estado de Morelos) y se establecieron en el Valle de Matlatzingo durante el siglo VII. La lengua tlahuica forma parte de la familia lingüística otomí-pame.
Ubicación
El pueblo tlahuica es el menor, en cuanto al tamaño de su población, de los pueblos indígenas originarios del Estado. El II Conteo de Población y Vivienda 2005, registró a 817 personas que hablan esta lengua, principalmente, en las comunidades del municipio de Ocuilan: Ahuatenco, San Juan Atzingo, Santa Ana, Lomas de Tecalzingo, Santa Lucía, Col. Dr. Gustavo Baz, San José Totoc y Santa María Nativitas.

Los Otomí

Usos y Costumbres
Si bien la religión está influenciada por el catolicismo, subsiste en algunas localidades, sobre todo en las más aisladas, un sustrato más tradicional, particularmente en lo que se refiere al culto a los muertos, la creencia en el nagualismo y la causalidad de las enfermedades y su curación.
Entre los otomíes, el matrimonio era de carácter endogámico, concertado entre los padres de los contrayentes, a través del patrón de petición de la novia y entrega de regalos a su familia hasta lograr su consentimiento. En la actualidad, las más de las veces, el matrimonio se da por elección propia y cuando ocurre dentro de la localidad, el novio suele prestar su servicio prematrimonial en la casa de los padres de su futura esposa.
En el ámbito cultural, la familia, la música, la danza, la tradición oral, el sistema de cargos para la organización de las principales festividades religiosas de la comunidad, el rito, el culto religioso, y más recientemente, a través de su Centro Ceremonial Otomí, han sido elementos fundamentales para la expresión, conservación y preservación de la identidad y personalidad de este pueblo indígena del Estado, poseedor de un amplio patrimonio cultural e histórico.
En la organización social del pueblo otomí se han conservado formas y autoridades tradicionales, que le han permitido conservar la unidad social de sus comunidades y también preservar su identidad cultural. En los aspectos religiosos destacan los cargos de mayordomos, fiscales, cargueros, topiles, rezanderos y cantores, entre otros, que tienen una gran importancia en la vida cotidiana de cada comunidad.
Vestimenta
El vestido de la mujer otomí, consiste en un chincuete o “enredo” de lana muy amplio y largo de color azul marino o negro, con líneas verdes, anaranjadas y amarillas; y una blusa de popelina de color blanco, manga corta con bordados en motivos florales, faunísticos o geométricos, o bien una combinación de ellos. Es característico de la indumentaria otomí el uso del quexquémetl, que puede ser de algodón, lana o artisela en varios colores.
Actividad Económica
En las temporadas "libres" del ciclo agrícola, los hombres y mujeres otomíes emigran hacia las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, con objeto de emplearse en el sector secundario o terciario de la economía, a fin de complementar sus ingresos. Las mujeres generalmente se emplean como trabajadoras domésticas.
La actividad agrícola, particularmente el cultivo de maíz, constituye la principal actividad económica de los otomíes; quienes, además, crían ovejas, cerdos, vacas, caballos y especies menores como pollos y conejos, entre otros, ya sea para autoconsumo o para la venta, sin que ello les genere ingresos económicos suficientes. En diversos municipios, los otomíes se dedican también a la producción y comercialización de artesanías y otros productos útiles para el trabajo doméstico.
Historia
Los otomíes o hñähñu aparecen como un pueblo ligado a los Olmecas de Nonoualco y a los estratos más antiguos del Alto Altiplano. Fueron los primeros pobladores del Valle de Tula, incluso antes de la llegada de los Toltecas.
Ubicación
Se asentaron en la región central del país desde principios del siglo XVI. Actualmente se localizan en una gran porción del territorio estatal; también se les encuentra en el Valle de México o en el Valle de Toluca. Sin embargo, su mayor concentración se tiene en el centro-norte de la entidad, hasta los límites con los Estados de Hidalgo y Querétaro, la excepción es el municipio de Amanalco, localizado hacia el sur del Estado.
El pueblo otomí o hñähñu es el segundo en la entidad por el tamaño de su población, al contar, de acuerdo con datos del II Conteo de Población y Vivienda 2005 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, con 83,352 personas que declararon hablar la lengua.
La población otomí, se encuentra asentada mayoritariamente en 21 municipios: ocho son de alta marginación: Aculco, Amanalco, Acambay, Chapa de Mota, Villa del Carbón, Morelos, Temascalcingo y Temoaya; cinco son de marginación media: Jilotepec, Jiquipilco, Otzolotepec, Soyaniquilpan y Timilpan; seis son de baja marginación: Capulhuac, Lerma, Ocoyoacac, Tianguistenco, Xonacatlán y Zinacantepec; y dos, son de muy baja marginación: Metepec y Toluca.
El municipio de Temascalcingo cuenta con asentamientos de población indígena mazahua y otomí


By: Mario Hernandez Garduño

domingo, 13 de octubre de 2013

Los Tarahumara


Denominación

Tarahumara también es como se conoce en castellano a la lengua de este pueblo. La denominación "tarahumara" es la castellanización de la citada palabra rarámuri, que debe pronunciarse con una r suave al principio, inexistente ya que en este último caso se deformaría la pronunciación original, sin r fuerte. Según el historiador Luis Alberto González Rodríguez, rarámuri etimológicamente significa "planta corredora" y en un sentido más amplio quiere decir 'los de los pies ligeros', haciendo alusión a la más antigua tradición de ellos: correr.

Demografía

Los tarahumaras ocupan una cuarta parte del territorio en el suroeste del estado de Chihuahua (65 mil km²) en una de las partes más altas de laSierra Madre Occidental, conocida también como Sierra de las locas, la cual alcanza entre los 1,500 y 2,400 m sobre el nivel del mar.
Dentro de los cuatro grupos de indígenas que están asentados en la sierra, los tarahumaras suman alrededor de 50,000. El 90% de la población rarámuri se concentra principalmente en los municipios de Bocoyna, Urique, Guachochi,Guadalupe y Calvo, Batopilas, Carichí, Balleza y Nonoava. 

Historia

Es posible que los antepasados de los indígenas tarahumaras hayan llegado de Asia (mongolia), atravesando el estrecho de Bering, hace aproximadamente unos treinta mil años, pero los vestigios humanos más antiguos que se han encontrado en la sierra son las famosas puntas clovis(armas típicas de los cazadores de la megafauna del Pleistoceno) con una antigüedad de casi 15,000 años, lo que nos permite datar la presencia de los primeros pobladores de la Sierra Tarahumara.
La economía de los primeros grupos étnicos tarahumaras se basaba en la agricultura, la caza y la recolección. Cultivaban maízcalabazachile yalgodón. Cada grupo tenía su dialecto de la lengua tarahumara y sus gobernantes, quienes se encargaban de proteger el territorio contra las etnias vecinas y garantizar el orden interno de la tribu.
Eran belicosos y politeístas. Creían en la vida después de la muerte y en la existencia de seres benévolos y malévolos. Entre los benévolos consideraban al sol, la luna, el médico, las serpientes y las piedras, que provocaban las lluvias y controlaban los animales que cazaban. Entre los malévolos estaban los señores del inframundo que causaban la muerte y los desastres naturales. Sus rituales comunales eran parte esencial de su cultura. Adoraban el sol y la luna, celebraban victorias bélicas, la caza de animales y la cosecha agrícola.
Fue hasta 1606 cuando los misioneros jesuitas tuvieron el primer contacto con los indígenas de la sierra. Según las referencias históricas de la época colonial, la conquista y la evangelización inició con los “chínipas”, muy relacionados con los guarijíos, etnia considerada como la más fiera de la región en esos tiempos. Cuando llegaron permanentemente los religiosos a su pueblo en 1632, su presencia provocó un levantamiento entre los pueblos indígenas, quienes estaban descontentos con la labor evangelizadora. Esta protesta la comandó el jefe “Combameai”. La primera revuelta terminó con la muerte de dos religiosos, lo que originó una fuerte represión por parte del gobierno de la Nueva España. Fue entonces cuando muchos guarijíos huyeron y se internaron en las barrancas de lo que hoy es el estado de Chihuahua.
Encima de eso, fue en los siglos XVII y XVIII cuando diversos grupos de agricultores y comerciantes novohispanos invadieron esta región despojando de gran parte de la tierra a los indígenas, intercambiándoselas por productos como jabón, sal, mantas y otras baratijas; algunos indígenas fueron obligados a trabajar con ellos como peones pagándoles muy poco. En cambio, otros emigraron hacia las partes más recónditas de la sierra para protegerse y evadir el trabajo forzado en haciendas y minas.
Es ahí en lo más abrupto de la sierra donde se asentaron las misiones jesuitas que, sin mucha controversia, muchas veces sirvieron de refugio a los abusos cometidos contra los indígenas. La expulsión de la orden de los confines del Imperio español significó un retorno de los tarahumaras a la vida seminómada que llevaban. Por otra parte este acontecimiento les dejó completamente aislados en los altos de la Sierra. Eso les ayudó a conservar su cultura y a desarrollar un singular sincretismo religioso que todavía existe y es único en México por su mezcla de catolicismo y chamanismo.
En el año de 1856, mediante la ley de la desamortización de los bienes eclesiásticos, los mestizos de la zona ocuparon las tierras pertenecientes a los pueblos de misión habitadas por tarahumaras, quienes se vieron obligados a abandonarlas. Pero no sería hasta 1876 que se rebelarían, cuando fueron obligados a partir de las pocas tierras que les quedaban, pero esta vez serían respaldados por el gobierno del estado que abogó por ellos. Se registraron otros dos levantamientos: uno en Agua amarilla en 1895 y otro en Chinatú en 1898.2

Sociedad

El inhóspito medio donde habitan los tarahumaras impone la existencia de familias pequeñas -sus parcelas difícilmente pueden mantener a más de cuatro o cinco miembros de la familia, en la que el “imberbe”, a los 14 años de edad, es considerado ya un adulto por el resto del grupo-. Así, el hogar tarahumara -la unidad más persistente y definida en su vida-, responde a las modalidades originales de su psicología y, al asegurar las bases económicas del matrimonio, cumple con una vital función social, impidiendo uniones permanentes entre discapacitados físicos o mentales, o entre faltos de carácter o de sentido de responsabilidad.
Estructura familiar
El padre utiliza un término diferente para referirse a su hijo (Nolá) y su hija (Malá), pero la madre emplea un mismo nombre para todos sus hijos (Ránala). Por su parte, aunque tanto los hijos como las hijas tienen un término diferente para designar al padre, ambos usan el mismo para la madre. (Bennett y Zing) En el idioma rarámuri se usa la palabra Teweke para referirse a la niña y Towí para el niño.
A los hijos nunca les regañan, y desde muy pequeños les dejan la responsabilidad del cuidado de algunos animales o tierras y sobre todo de decidir por ellos mismos.
La joven tarahumara nunca expone su cuerpo después de los 6 años de edad; aún casada, no se quita la ropa frente al marido e incluso hace el amor vestida. La reserva frente a las experiencias sexuales se rompe en las “tesgüinadas”, donde el joven puede entablar comunicación y contacto con la chica y es una forma aceptada de iniciación libre.
En la vejez, el tarahumara vive en una casa separada, a donde sus hijos le llevan presentes de comida y ropa; cuando muere, se le incinera en alguna cueva o en un cementerio (si es que está bautizado) y se hacen complicadas ceremonias para que su alma viaje sin tropiezo.
En la filosofía rarámuri es primordial el respeto a la persona, por lo que los visitantes o turistas deberán también ser respetuosos con ellos y sus tradiciones, como ellos lo son con toda la gente. Valoran más a las personas que a las cosas.
Los habitantes, mestizos e indígenas de la comunidad tarahumara conviven en un medio social que no favorece a los rarámuri, debido al despojo de casas y hogares amenazados. Esta situación adquiere dimensiones adicionales por la carencia de una adecuada infraestructura para los servicios de salud y educación, en la proliferación de enfermedades y desnutrición infantil, en las muy limitadas alternativas para fortalecer la economía doméstica, en la escasa disponibilidad de electricidad, agua potable, y vías de comunicación, que se agravan con frecuencia por el impacto de los caprichos del clima y las prolongadas sequías.
Vivienda
Sus chozas de troncos de árbol, trabadas horizontalmente, salpican las laderas de las montañas a los lados de los arroyos y en las altas mesetas. La parte superior se deja abierta en un lado para que salga el humo del fuego que constantemente arde en la pieza de piso de tierra aplanada. El techo es de tabletas o de troncos acanalados. En sus habitaciones, las mismas desde tiempos precolombinos, no se acostumbran las sillas, las mesas o las camas.
Estilo de vida Tarahumara
Perduran los utensilios de sus abuelos como metatesjícarasmolcajetesvasijas de barro y bateas. Algunos duermen sobre tarimas o sobre un cuero de chivo en el suelo. No pocos viven en cuevas; las tapias de piedra los guarecen mejor de los vientos y de las lluvias e impiden la entrada a los animales. En las barrancas predominaba las construcciones de piedra y lodo por la escasez de madera. Los hogares, por familia, consisten de dos habitaciones generalmente pero a veces la cocina es también comedor, recámara y sala. La única puerta la abren en el centro del muro.
Generalmente, los tarahumaras tienen carencia de servicios de salubridad y por su mala alimentación los agobian las enfermedades, entre ellas: dispepsiasenteritis agudas, congestiones alcohólicas, cirrosis de hígado, pulmoníatosferinatuberculosis pulmonar ysarna.
Matrimonio
El matrimonio es monógamo, aunque hay casos frecuentes de poligamia. Los recién casados prefieren la residencia matrilocal. Se evita la unión entre hermanos y primos, pero en si no hay reglas para esos enlaces. Se acostumbra el matrimonio a prueba, por un año, durante el cual la muchacha se va a vivir con el joven. La mujer embarazada trabaja hasta el último momento. A punto de dar a luz, se retira a la montaña, hace un lecho de yerba junto a un árbol, y apoyada en él, pare, lava al niño y quema el cordón umbilical, el cual entierra.
Generalmente, los tarahumaras se casan muy jóvenes; antes de los 16 años. En las “tesgüinadas” -que son a la vez reuniones sociales y de carácter económico-, se conocen y se tratan todos los miembros de la comunidad. Allí se hacen los noviazgos con plena libertad de selección, aunque es frecuente que la mujer tome la iniciativa en las relaciones amorosas, cantándole, bailándole en frente y llamando la atención del muchacho, tirándole guijarros.
Celebrado selváticamente el matrimonio, al domingo siguiente los casa oficialmente el gobernador, ante la presencia de los demás miembros del grupo. Como se comprenderá, estos matrimonios son monogámicos y endogámicos -en lo primero influye la tradición, y en lo segundo, factores geográficos, la falta de comunicaciones, diferencias en culturaidioma y economía.
Es evidente el estilo propio con que el indígena ama. El tarahumara, al casarse, lo hace más por cálculo que por amor. Piensa más en lo práctico y lo utilitario, así como en lo fisiológico, que en la espiritualidad de su mujer. Le interesa más la salud de su mujer y que esta sea "nueva" (es decir, joven, fuerte y trabajadora), que su alma. Esto no quiere decir, sin embargo, que carezca él de una tonalidad amorosa propia. Prefiere el uso de su fuerza a los refinamientos eróticos.
Tesgüinada: se refiere a la bebida Tesgüino que se hace con maíz fermentado, con consistencia espesa y sabor algo amargo.

Rasgos físicos

Generalmente, los tarahumaras son delgados, entre ellos son muy raros los tipos musculosos y muy altos. La mujer tiende a ser baja y más robusta. Los ojos generalmente tienden a ser oblicuos, pómulos salientes, orejas chicas, grande nariz y boca, labios casi gruesos; el cabello lo tienen negro, grueso y liso; lampiña y ancha la cara y escaso vello en el cuerpo; su piel es morena, gruesa y un poco reseca por las bajas temperaturas; pies regulares, algo largos sus brazos y sus piernas, como las características de los atletas y corredores de grandes distancias. Su estatura promedio es de 1,70 m (5 pies 7 pulg).

Gobierno

Los tarahumaras tienen un espíritu democrático, y en ninguno de los actos de su vida se pone de manifiesto tan elocuentemente como en la elección de su gobierno tribal. Consta éste de un gobernador o “Siríame”, quien es el jefe del grupo; un mayor, especie de juez civil; y varios policías, que son los mandaderos, los que hacen cumplir las disposiciones del gobernador. Son raros los casos en que ellos no resuelven sus problemas en sus concilios dominicales, por lo que las autoridades estatales y federales sólo vienen a ser figuras míticas en la mayoría de las ocasiones.
El Gobernador o Siríame, frecuentemente el más viejo y experimentado de la comarca, cuya actividad más importante es ofrecer a la comunidad, generalmente congregada los domingos, nawésari o sermón en el que se ventilan los problemas de la colectividad. El Gobernador es auxiliado a veces por un segundo gobernador, un capitán, un teniente, un fiscal y varios soldados.
Sin embargo, la comunidad en asamblea es la autoridad suprema; ella elige y dispone a sus autoridades, desde el Siríame que preside las reuniones, dirige el sermón, conduce las ceremonias religiosas, concierta partidos deportivos, juzga los delitos cometidos.
Todos los miembros de la comunidad asisten a las tesgüinadas, desde el alcalde, el teniente, el capitán, el mayor y el fiscal hasta las más humildes gusíwame.
El gobernador, quien es electo de por vida generalmente ejerce su cargo durante 5 o 10 años; la votación se hace por aprobación unánime, en voz alta. Nombrados los distintos candidatos por el gobernador saliente, el que obtiene mayor vocerío es declarado su sucesor, y en él queda depositada la autoridad civil y religiosa. Esta autoridad la personifica el disora o bastón, acompañante inseparable que, ya lo clave en el suelo o lo recargue en una cruz, es obedecido sin protestas por todos. Sin embargo, hasta hoy ningún Siríame ha logrado tener control de todo el conglomerado tarahumara. Cada "pueblo" tiene su gobernador y las demás autoridades indígenas, pero su influencia política rara vez trasciende los límites de su comunidad.
Los guías espirituales los doctores son los owirúames. Aunque existen también los Sokoruames que se encargan de hacer el mal. Al hombre blanco o mestizo le denominan chabochi, al cual rehuyen argumentando que engaña, roba, acumula, despoja, invade sus tierras, es ventajoso, destruye el bosque, no comparte ni es justo, todos ellos grandes valores que los rarámuris llevan hasta sus últimas consecuencias.

Tradiciones y religión[editar · editar código]

Los tarahumaras son muy religiosos pero practican sus creencias al margen de iglesias. De acuerdo a reconocidos científicos como Richard Evans Schultes y Wade Davis este pueblo es digno de admiración, pues ha preservado muchas de sus costumbres, a pesar del dominio y la imposición de las iglesias europeas.
Se organizan en torno a los cantores (maynates) y rezadores, ancianos que ofician y conducen las ceremonias al ritmo de sus sonajas que hacen con bules y sus cantos guturales donde van narrando y describiendo la vida de los animales del monte como los lobos, coyotes, mulas y zopilotes.
Gran parte de las tradiciones actuales de los rarámuris son una apropiación de lo aprendido de los misioneros jesuitas durante los casi 150 años que convivieron en la época colonial. (Luis G. Verplancken)
Sus complejas celebraciones místico-religiosas están conformadas por danzas, tesgüinadas y ofrendas, en las que nunca falta la bebida tradicional de maíz llamada tesgüino. Para ellos la danza es una oración; con la danza imploran perdón, piden lluvia (para propiciarla se baila la danza de “dutuburi”), dan las gracias por ella y por la cosecha; danzando ayudan a "Repá betéame" (El que vive arriba), para que no pueda ser vencido por "Reré betéame" (El que vive abajo).
Puede afirmarse que el tarahumara ha conservado su vieja cultura con sorprendente tenacidad. Desde hace varios siglos emplean los mismos dibujos, los mismos símbolos en sus obras artísticas, en sus fajas, cerámica y cobijas. A sus muertos continúan dejándoles comida para el viaje sin retorno y les "ayudan" a subir al cielo mediante la celebración de tres o cuatro fiestas, según si el difunto es hombre o mujer. Aunque en muchos casos el significado de ritual ha desaparecido, éste ha demostrado gran vitalidad para subsistir.
Todos sus movimientos se han mantenido vivos, latentes y aún han influido en algunas ceremonias de la Iglesia católica. La existencia del patio para las ceremonias rituales, el humo, que es el incienso del tarahumara, el rocío de los cuatro puntos cardinales, y los cánticos ininteligibles se practican religiosamente, pero no pueden los tarahumaras darnos una explicación mitológica de todo esto.
El Chamán (sukurúame) emplea prácticas ocultas para hacer el mal. y el Owiruame es el sanador bueno, en los días antiguos se transportaba de un lugar a otro en forma de ave, al llegar a su destino recuperaba su cuerpo, a veces viajaba junto con su familia.
El chamán es el guardián de las costumbres sociales de un pueblo. Sus obligaciones como especialista ritual y terapéutico le obligan a ser un defensor del orden tradicional. Su función es establecer un equilibrio entre el cuerpo y el cosmos. Algunos chamanes utilizan el peyote (híkuli) para sus curaciones, esta planta alucinógena tiene un uso restringido y sólo los chamanes saben la cantidad que se utilizará, así como su recolección y almacenamiento. Se usa como ungüento en la piel para sanar reumatismo, mordeduras de serpiente y otras dolencias. En ciertos lugares solo se usa el Jiculi para curar, y en otros la Bakanoa, son plantas sagradas que tienen asegurada su territorialidad. y los de un lugar no se atreven a mencionar la planta del otro lugar